EL TORERO DE MÉXICO
Este 29 de diciembre se cumplirán 83 años de la muerte de Alberto Balderas en las astas del toro “Cobijero” de Piedras Negras, por cierto, un toro que no le correspondía. Balderas fue conocido como El Torero de México, apelativo que se ganara rivalizando con Lorenzo Garza, con quien dividió a los aficionados.
Es sumamente interesante repasar la trayectoria de este diestro mexicano, integrante de la llamada época de oro del toreo mexicano, nacido en la Ciudad de México el 8 de abril de 1910. Músico de academia, aunque abandonó el conservatorio a los 17 años para hacerse torero, contra la voluntad de su padre.
Tras una triunfal carrera novilleril viajó a España en 1929 para engrosar la lista de coletas mexicanos que acapararon la atención de los aficionados, recibiendo la alternativa en Morón de la Frontera, Sevilla. Regresó a nuestro país donde de inmediato se convirtió en figura, regresando a la Madre Patria en 1934 hasta que vino en 1936 la expulsión de todos los toreros mexicanos de suelo español, tras el rompimiento sindical conocido históricamente como El Boicot del Miedo.
A su regreso, como ya mencionamos, Balderas rivalizó con las dos máximas figuras mexicanas, Armillita y Lorenzo Garza, aunque con este último sostuvo un mano a mano donde intentaron dirimir diferencias sus seguidores, quedando en juego a quién de los dos la afición debía llamarlo El Torero de México. Tras una serie de broncas monumentales por parte de los respectivos “istas” Balderas fue quien se hizo del título en disputa.
En 1939 y 40 dio la vuelta entera al país, hasta la triste tarde del 29 de diciembre de 1940 en la plaza El Toreo de la Condesa. Esa tarde compartía cartel con José González “Carnicerito de México” para otorgarle la alternativa a Andrés Blando con un encierro de Piedras Negras.
Balderas se presentó al patio de cuadrillas con un terno canario y plata, retando al mal fario. A su primero, segundo de la tarde, le cortó con facilidad una oreja. Hasta que vino la salida del tercero, de nombre “Cobijero” número 53 con 516 kilos, y que correspondía a Carnicerito. El pedrenegrino desparramaba la vista y se desentendía de los toques de los capotes, haciendo señales de ser burriciego; mientras su lidiador brindaba la faena el toro salió suelto hacia Carnicerito, Balderas le cortó el viaje tocándolo con el capote y el burel se le vino encima hundiéndole el pitón en el costado hasta partirle el hígado y la arteria hepática.
La cornada fue mortal por necesidad. Aunque se especuló mucho sobre las últimas palabras que pronunció mientras era llevado a la enfermería, los dichos son poco creíbles ya que los médicos Javier Ibarra y José Rojo de la Vega lo declararon muerto en cuanto fue puesto sobre la plancha.
Sus funerales fueron impresionantes, desde su velorio en la calle de Copenhague, hasta el trayecto del cuerpo rumbo al Panteón Moderno donde fue sepultado. Ríos de gente acompañaba el féretro, mientras de curiosos colgaban de árboles y postes para atestiguar el paso del torero caído. Realmente algo inusitado.
Los funerales de El Torero de México
En un ejercicio periodístico nos pusimos a investigar dónde fueron quedando las reliquias de Balderas y poco a poco fuimos dando con lo más importante, las cuales sería interesante conocer por aquellos aficionados que se interesen por el llamado Torero de México.
La placa en el Palacio de Hierro Condesa donde se ubicaba la plaza y donde se señala fue el punto donde cayó herido de muerte
LA TUMBA
Su sepulcro, en estado de abandono, se ubica en el Panteón Moderno, al norte de la Ciudad de México. Se trata de una escultura que representa en tamaño natural y de cuerpo completo a Alberto Balderas en su lecho de muerte. Vale la pena visitarla y, por sí misma, revela la entrega que le tuvo la afición, aunque ahora se encuentre en el olvido.
EL TRAJE AMARILLO CANARIO Y PLATA
El vestido que portó Balderas el día de la tragedia se encuentra expuesto en el museo del Centro Taurino Potosino, de San Luis Potosí, enfrente de la plaza El Paseo Fermín Rivera en la planta alta. Se trata del chaleco y taleguilla. Nadie sabe del paradero de la chaqueta que le fue quitada en el traslado o en la enfermería.
Nadie sabe del paradero de la chaqueta que le fue quitada en el traslado o en la enfermería
El vestido y pañuelo se encuentra en el Centro Taurino Potosino, San Luis Potosí
EL CAPOTE, TIRANTES Y CAMISA
En el museo restaurante La Custodia de San Pablo de Ciudad Juárez, Chihuahua, descubrimos que se encuentra el capote que Balderas llevaba en las manos al momento de la tragedia, así como la camisa y tirantes que ese día portaba, los cuales fueron donados por la familia a través de un escrito a máquina y firmado que certifica la autenticidad de los objetos.
Visitamos el museo restaurante La Custodia de San Pablo de Ciudad Juárez, Chihuahua
El capote, el rosario y la camisa en Ciudad Juárez
El último capote
PLAZAS DE TOROS ALBERTO BALDERAS
Tal fue el cariño que la afición entera del país guardaba a Alberto Balderas que tras su muerte varias poblaciones decidieron ponerle su nombre a las respectivas plazas de sus ciudades. Y es por ello que el nombre de Alberto Balderas es el más utilizado en diversos escenarios. Por lo pronto citaremos seis como las principales: Ciudad Juárez, Chihuahua; Xico, Veracruz; Autlán de Navarro, Jalisco; Maravatío de Ocampo, Michoacán; Huetamo de Núñez, Michoacán; y Lerdo, Durango; entre otras.
ALAMEDA ATESTIGUÓ LA TARDE TRÁGICA
Así relata Pepe Alameda la tarde trágica en su libro Crónica de Sangre:
“Al segundo le cortó una oreja, pero el toro le empitonó durante la faena, sin herirlo, partiéndole la ropa. Ahí es donde Alberto Balderas empieza a morir. Si el toro le hiere, hubiera pasado a la enfermería, quedando a salvo…” “… sale el toro, Carnicerito lo está brindando, el toro lo mira, Alberto mueve el capote para que lo mire a él, el toro lo mira y viene, como cuando viene una ola en el mar, un poco más alta que las otras. Y atropella a Balderas. Y se lo echa al lomo, por donde ruede el hombre como si fuera salir por la cola. Pero la tragedia no se deshilvana. El toro, queriendo tomar impulso para otro derrote, baja un punto a la cabeza. El cuerpo del torero, a la deriva, viaja en sentido contrario, viniendo hacia la cabeza, hacia los cuernos, justo en el momento en que el derrote se consuma. El hachazo, seco, le parte el hígado, la arteria hepática. Estaba más vivo que nunca, y, de pronto, un parpadeo, en el tiempo de un grito, Balderas está muerto. El toreo no es un juego. O, en todo caso, es un juego terriblemente serio.”
Sobre la cogida mortal de Balderas, así fue la crónica de don Pepe Alameda:
“Cuando sale, su compañero José Gonzáles “Carnicerito” está brindando la muerte del tercer toro, “Cobijero”, de Piedras Negras.”
“Reconstruyamos el suceso. El toro mira a “Carnicerito” Alberto mueve el capote para que lo mire a él. Y, en efecto, el toro lo mira y viene, como cuando viene una ola en el mar un poco más alta que las otras. Y atropella a Balderas. Y se lo hecha al lomo, por donde rueda el hombre como si fuera a salir por la cola. Pero la tragedia no se deshilvana. El toro, queriendo tomar impulso para otro derrote, baja un punto la cabeza. El cuerpo del torero, a la deriva….”
AQUÍ EL EJERCICIO PERIODÍSTICO QUE REALIZAMOS SOBRE LA MUERTE DE ALBERTO BALDERAS, LAS IMÁGENES DE LA TARDE TRÁGICA, ASÍ COMO EL PARADERO DE SUS RELIQUIAS
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